miércoles, 2 de octubre de 2013

A la dama de cabellera oscura como la noche


Dentro de idealismos te imagino contemplando el amanecer, el viento de la mañana mueve suavemente tu cabello.
Dentro de mis sueños te suspiro, y al hacerlo me quedo sin respiración.
En mis suspiros te anhelo.
En mis pensamientos estas, como una placentera maldición.
La imagen de tu mirada no me la puedo quitar.
Tus grandes y magníficos ojos me miran, me atrapan.

Permite que siga perdido en tus ojos.
Diríjeme más miradas, que tus hermosos ojos se fijen en mi aunque sea por un breve instante.
Permiteme ver tu bella sonrisa y escuchar tu melodiosa voz, aunque solamente un murmullo pueda escuchar.
Dedicame una mirada para quedar atado a ti y que me ilumine como si viera directamente a la luna. A la luna terrenal y humana encarnada en la mujer bella que eres. 
Permiteme conocer la desnudez de tu alma, conocer lo que esconde tu corazón. Misterio.
Te agradeceré infinitamente si me dirijes una sonrisa, aunque sea por un sublime instante, para mi ese momento será una eternidad.
Sólo quiero admirar tu belleza, contemplarte, y en tu semblante regocijarme.
Me encanta que acaricies con tanto cariño tu largo y negro cabello, qué daría yo para que sea mi rostro el acariciado.


El corazón late, no hay remedio.
El corazón habla, sus palabras dicen: qué hermosa es ella.
El corazón se abre: dentro hay sangre y venas, pero destella estrellas que van a parar a la luna llena, por la alegría de verte por fin.
El corazón se estremece, se agita, cuando estás cerca o lejos o cuando ya no estás, se entristece cuando de ti no sé nada.
Un mar de destellos irradias a tu alrededor.
Un mar de destellos hay cuando sonríes.
 Y un mar de destellos hay en mi cabeza cada vez que te veo pasar.
El corazón me dicta lo que en estos versos te escribo, cada palpitación es un anhelo de tu presencia.
Cada palpitación ansía que puedas y quieras hablar conmigo.

Dulce belleza.
Dulce mujer.
Dulce doncella.
De ti anhelo un querer.
Amarga desesperanza que nunca podré obtener.

 


Dedicado a:
Epsilon Lambda Beta Ipsilon Rho Alfa
(no hay v en griego)

Hasta nunca.

martes, 10 de septiembre de 2013

A la imposible...



A ti, mujer imposible, me dirijo a ti:

Te veo todos los días, con tu cabello largo y oscuro, tus grandes ojos cual par de lunas llenas; ojos que no alcanzo a mirarlos todos.
Debido a que eres muy bella y hermosa, me gusta contemplarte.
Verte es como admirar una obra de arte, me llegas por los sentidos y te suspiro con mi alma.
Te suspiro con cada respiro, te suspiro con el pensamiento, te suspiro con mi humilde (bastante humilde) corazón.
Corazón convaleciente, corazón fortalecido, corazón salvaje, corazón arrepentido, al fin de cuentas corazón humano, demasiado humano.
El color de tu piel, blanca como el algodón, como la lana, como las nubes que están en el cielo todos los días, así de blanca es tu piel.

Me pregunto si es ridículo escribir esto sabiendo que nunca los leerás, lo más probable es que sí sea ridículo, o quizás no, de todas maneras hago esto para hacer honor a tu belleza singular, al sentimiento de verte todos los días y la alegría que en mi provocas, a la imposibilidad, a la imposible mujer que eres difícil de alcanzar, esa imposible eres tú.


Atentamente:
El admirador de tu belleza.

miércoles, 11 de abril de 2012

Breve y rara conversación sobre el fin del Mundo

Si llego a morir quisiera que fuera justo antes de que se acabara el mundo, en donde sólo esté yo, y en donde la humanidad se haya trasladado a otro lugar en el universo.
No me quiero salvar, solo quiero morir y ya, si es que llega a ocurrir algún día un fin del mundo tal como lo conocemos.
Festejar ese día como si fuera la llegada de año nuevo comenzando desde el diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno. Y adiós mundo.


Dios: vienes conmigo o te quedas, si te quedas no irás al infierno, pero vivrás la angustia de que todo se acabará y te desesperarás porque acabe ya.
Si vienes conmigo irás al paraíso en donde no sufrirás y vivrás por siempre.
Pero decide ya porque es limitado el cielo.
Yo: Me quedo a vivir y a sentir en carne propia el fin
Diablo: O vienes conmigo, que quede claro que no irás al paraíso, pero en el infierno ya sabes lo que te espera, sufrirás por toda la eternidad. No está de más que te lo diga pero decide rápido porque acá es limitado el espacio también.
Yo: Me quedo aquí señor de las tinieblas.
Dios: si te quedas aquí no te aseguro que vayas al cielo a ser feliz.
Diablo: De igual manera, si te quedas a morir aquí tampoco te aseguro nada.
Yo: Señores, me quedo, en definitiva me quedo y en estos precisos momentos no quiero saber sobre la existencia del bien y el mal, solo quiero morir y ya.
Sólo les pido algo, porfavor diganles a ángeles y demonios que canten para mi los réquiems, para sentir con la mayor pasión y agonía el fin.
Y lo cumplieron, porque la conversación que llevé a cabo con dichos personajes no duró segundos, sino minutos.

Luego de haberse retirado, los ángeles y demonios cantaron los los réquiems que les pedí y del latín que pude recordar, la siguiente frase fue la que más pude recordar y más vivi: Dies Irae.




Fin

miércoles, 15 de febrero de 2012

Sublimación del Sentimiento de un Objeto de Deseo




La primera vez que la vi en esa reunión del colegio fué una maravilla, nunca había visto a una chica como ella, a una morena de fuego: tan alta, tan delgada, tan inocente, tan tierna, tenía un no se qué que me llamó la atención, no fue amor a primera vista, eso si lo puedo asegurar, era una atracción que no he podido definir hasta el momento. A primera vista me pareció una modelo, con su peculiar caminar, con la seriedad del semblante de su rostro así como la lindura de su sonrisa, mi corazón palpita de la emoción al recordar; los ojos, y !qué ojos¡ esos ojos de ángel que me cautivaron: grandes, expresivos, hermosos ojos, una mirada que incitaba besar los labios de ese rostro, labios dulces del país de los deseos pasionales, boca que decía bésame. Pasión que sentí por aquella emperatriz de piel de ébano, por esa diosa del amazonas, porque es tanta su belleza que solo al compararse con una divinidad puede entenderse la magnitud de su belleza.
Claro, eso a primera vista, faltó que le comenzara a hablar, pero lo que mencioné fue suficiente motivo para dirigirme a ese ángel del cielo. Hasta que al fin me atreví a hablarle y una palabra surgió cuando le pregunté por su nombre: Azálea.

En el rato que estuvimos ahí, platicamos sobre la múscia que nos gustaba, sobre amistades, sobre planes a futuro, etcétera, así fueron las cosas la primera vez que hablé con ella, y cuando se retiró de ahí, pude experimentar una sensación de felicidad que me recorría por todo el cuerpo, me había dado cuenta que sus características físicas eran la suma de los rasgos que había visto en mujeres que me han llamado la atención, de mujeres con las que pensé jamás tendría una oportunidad de comenzar una relación, vaya, mujeres que no estaban a mi alcance, pero que me gustaban, al verla a ella pude notar que mi ideal de mujer, no de mujer perfecta, sino un ideal que se conformaba por la diversidad de mujeres que tuve la dicha de contemplar.

Sin más por decir, fui correspondido y con el tiempo formamos una relación, Azálea y yo, yo y Azálea. El surgimiento del pensar en ella en mi cabeza de por si era un éxtasis, una katársis, al estar con ella era, no sé como decirlo, mágico. Esos momentos eran como en las películas en donde en el mundo existen solo los amantes: el hombre llevando una flor hacia su amada, la mujer recibiendo la flor y esperando del hombre una respuesta, una promesa de fidelidad, una exclusividad en los individuos, dos universos distintos uniéndose, entrelazándose, fusionándose y sobre todo besándose, son los sentidos testigos mudos del contacto humano, labio con labio, dos mundos distintos, dos polos de un imán, esa es la idea que nos prsentan en las películas, claro las románticas, pues bien, así es lo que sentía yo por ella, snetí como mi pensamiento y mi mundo sucumbieron ante las caracterísitcas que antes mencioné o sea, en su mirada, sus cautivadores ojos, su forma de ser tan comprensiva y tierna y su trato para conmigo. Muchos opinarán distinto en cuanto a su forma de ser, pero es que esas personas no han visto lo que yo he visto en ella: una mujer completa, de pies a cabeza.

Por mi memoria pasan los momentos que pasamos juntos. Recuerdo la desnudez de sus hombros y cuello; durante su "dulce reposo" en las mañanas, al estar abrazados en la cama, me gustaba hacerle suavemente y con al mayor delicadeza, caricias (en forma de espiral) en uno de sus desnudos hombros, me gustaba sentir su piel, sentir su existencia, también le susurraba un "te amo" en una de sus orejas e inmediatamente le moridsqueaba su oreja, a lo que me respondía con una suave risa y extremos suspiros; recuerdo cuando exploré sus "bellos miembros delicados": sus brazos blandos, la suavidad de sus piernas, sus bruñidos y lozanos muslos, la majestuosidad de sus senos, lo delineado de sus curvas, su vientre llano, la sensualidad y ternura de su desnuda espalda, así es, pude tener el bendito privilegio de recorrer cada una de sus delicados miembros con la inocencia de mi virgen boca. Sus carnosos e inocentes labios, que así se manifestaron al contacto con los míos me permitieron saber que mi boca se sentía ansiosa por hacer contacto con sus labios, que la ansiedad de ambos hizo que nos besáramos con tal pasión y locura que, al tocar sus húmedas mejillas me di cuenta que ella estaba sientiendo la misma emoción que la mía, pero expresada en las más puras lágrimas, al acabar de realizar lo anterior, sus labios me permitieron ver a la esencia de mujer que había en ella, pude notar esa fragancia que me atrajo de ella desde la primera vez que la vi.

Así duró la magia durante un tiempo, pero después, y sin decirme nada, se alejó y sólo me escribió una carta en la que me mencionaba que pasó momentos muy bellos conmigo, que soy una persona muy importante para ella, pero por razones que no me especificó se tenía que alejar de mí. Eso fue todo, ya no he recibido palabra alguna de ella, la extraño, extraño su presencia, extraño el perfume de su cabello, extraño contemplar su belleza cuando ella no se da cuenta, extraño su seriedad, pero también su sonrisa.
De hecho jamás me había puesto a pensar sobre su sonrisa, tiene la más bella sonrisa que haya visto en una mujer, era perfecta, sus dientes estaban perfectamente alineados con el contorno de sus labios, su gran sonrisa me motivaba a seguir adelante.
Las noches que pasamos juntos fueron inolvidables, irrepetibles, fueron la máxima expresión de la belleza, recordaré esos días hasta el fin de mi existencia. Ver el desabrigo de su cuerpo sucitó en mi un sentimiento de máxima fidelidad hacia ella, de protección, de anhelo y necesidad de ella, un sentimiento que no puede ser racionalizado, sino sólo sentido.

Mi musa mortal, no inmortal como en la mitología griega, sino una musa inspiradora, terrenal, el ángel de mis pensamientos, mi anhelo, mi pasión, mi sed, mi angustia y desesperación, un hombro en qué llorar, mi sueño continuo, oh mujer, oh diosa.

No te llamo mía, porque entiendo que tú nunca lo has sido, y, si un día me ilusioné con este pensamiento, ahora he sido cruelmente castigado. A pesar de todo te llamo mía: mi seductora, mi embaucadora, mi enemiga, mi asesina, origen de mi desventura, tumba de mi dicha, abismo de mi desdicha... Donde quiera que vayas, seguiré siendo tuyo. Vete a los confines del mundo, seguiré siendo tuyo. Aunque ames a mil hombres, seguiré siendo tuyo. Las mismas palabras que utilizo contra ti te demuestran que soy tuyo. Tú te has atrevido a engañar a una criatura hasta el extremo de que eras todo para el, hasta el extremo de que no habría deseado otra alegría distinta a ser tu esclavo. Yo soy tuyo, tuyo, tuyo: tu maldición***.
Hasta pronto Azálea.










*** Nota de autor: la cita antes mencionada pertenece al libro "Diario de un Seductor" del filósofo danés Soren Kierkegaard, la cita fué modificada para que se adecuara al texto.

jueves, 25 de agosto de 2011

Lectura semi completa de: "Del Sentimiento Trágico de la Vida" de Miguel de Unamuno

Como dice el título he realizado una lectura semi-completa de la obra de este filósofo español, Miguel de Unamuno.

En síntesis, se puede decir que el sentimiento trágico de la vida que describe el filósofo corresponde al anhelo que el hombre tiene por alcanzar la inmortalidad, tanto a nivel sentimental como racional, aunque se enfoca más en el lado sentimental. La vida es trágica por la dicotomía que existe entre la vida y la muerte, porque el hombre para sus adentros se dice:

No quiero morirme, no; no quiero, ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo, este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí, y por esto me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia.

Es por eso que hay sentimiento, anhelo, vida, tragedia.
Sentimiento porque el hombre se plantea una concepción sobre la vida y el Universo, el sentimiento es producto de la noción de finalidad, al saber el hombre su finalidad, la finalidad para la muerte, busca desesperadamente la preservación en este mundo, la inmortalidad, ya sea al escribir un libro o al realizar una escultura, etc., el hombre pretende perpetuar su memoria por toda la eternidad, inmortalizarse, de ahí el anhelo a la vida inmortal.


Así, la perpetuación de la memoria surge a partir de que el hombre se aferra a la vida, a lo material de la vida. La conciencia de la finalidad surge a partir de las cuestiones fundamentales de la filosofía, sobre el por qué de las cosas y, mucho más importante aún, el para qué de las cosas. Cada individuo en particular se realiza dichas preguntas, porque cada individuo en particular filosofa sobre su finalidad en esta existencia, no únicamente el universal que describe la filosofía en general; sino porque filosofa cada hombre, quien esta leyendo esto ha filosofado sobre la finalidad de la vida, yo lo he hecho, el hombre de la esquina lo hace,  el de la tienda de abarrotes, el profesor universitario con doctorado o con la maestría en proceso, todos ellos se han hecho estas preguntas sobre la finalidad de su vida, porque en alguan etapa de nuestras vidas lo hemos hecho, fuera de las máscaras con las que salimos a diario a la calle, fuera de la hipocresía, la vanidad, los aires de grandeza, sobre el desprecio o aprecio al prójimo. Porque

Si del todo morimos todos, ¿para qué todo? ¿Para qué? Es el para qué? de la Esfinge, es el ¿para qué? que nos corroe el meollo del alma, es el padre de la congoja, la que nos da el amor de esperanza
En el fondo de las cosas existe un para qué de todo, ¿para qué mirarme al espejo todos los días, si como quiera lo que estoy viendo en este presente, terminará en el futuro? ¿cuál es la finalidad de todo esto? Por ello la vida es una tragicomedia, unas veces nos reímos de la vida, otras lloramos porque nos la arrebatan, o porque a los seres queridos se la han quitado, eso es todo.
Tan simple, tan mortal, tan esperanzador como desesperador. Unamuno explica más en esta obra, lo que pretendo aquí por este medio es dar a conocer su pensamiento aunque no en su totalidad, solo una parte, porque la irresponsabilidad de quien está escribiendo esto en este instante impide la completa lectura de esta obra, no adjetivaré al respecto sobre la obra aún hasta acabarla de leer, por supuesto, es un pendienrte de tantos pendientes que el redactor de este pequeño blog tiene. Sea este escrito una excusa más para perpetuar mi anhelo de inmortalidad.

Hablando del redactor, este es tan hábil como incopetente, tan contento como amargado, tan atento como distraído, tan lúcido como perdido, todo en un mismo paquete. ¡Dios! tanta dualidad en un sólo individuo no puede haber, porfavor quítame este anhelo de inmortalidad y hazme de una vez inmortal. No quiero sufrir, pero no importa, porque en el mundo terrenal hay tantas cosas con que aferrarme que al final olvidaré mi anhelo, mi sentimieno, mi tragedia, mi vida, en fin la existencia en mi pequeña totalidad.

ah! ya escucho la oda a la alegría de beethoven!!