Si llego a morir quisiera que fuera justo antes de que se acabara el mundo, en donde sólo esté yo, y en donde la humanidad se haya trasladado a otro lugar en el universo.
No me quiero salvar, solo quiero morir y ya, si es que llega a ocurrir algún día un fin del mundo tal como lo conocemos.
Festejar ese día como si fuera la llegada de año nuevo comenzando desde el diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno. Y adiós mundo.
Dios: vienes conmigo o te quedas, si te quedas no irás al infierno, pero vivrás la angustia de que todo se acabará y te desesperarás porque acabe ya.
Si vienes conmigo irás al paraíso en donde no sufrirás y vivrás por siempre.
Pero decide ya porque es limitado el cielo.
Yo: Me quedo a vivir y a sentir en carne propia el fin
Diablo: O vienes conmigo, que quede claro que no irás al paraíso, pero en el infierno ya sabes lo que te espera, sufrirás por toda la eternidad. No está de más que te lo diga pero decide rápido porque acá es limitado el espacio también.
Yo: Me quedo aquí señor de las tinieblas.
Dios: si te quedas aquí no te aseguro que vayas al cielo a ser feliz.
Diablo: De igual manera, si te quedas a morir aquí tampoco te aseguro nada.
Yo: Señores, me quedo, en definitiva me quedo y en estos precisos momentos no quiero saber sobre la existencia del bien y el mal, solo quiero morir y ya.
Sólo les pido algo, porfavor diganles a ángeles y demonios que canten para mi los réquiems, para sentir con la mayor pasión y agonía el fin.
Y lo cumplieron, porque la conversación que llevé a cabo con dichos personajes no duró segundos, sino minutos.
Luego de haberse retirado, los ángeles y demonios cantaron los los réquiems que les pedí y del latín que pude recordar, la siguiente frase fue la que más pude recordar y más vivi: Dies Irae.
Fin
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